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España cerrará 2024 como uno de los principales motores económicos de la zona euro, pues se estima que el PIB acabe el año con un crecimiento del 2,7%. Esta es una de las principales conclusiones obtenidas en el Barómetro de Riesgo País y Sectorial de Coface de octubre de 2024, en el que los analistas de la compañía mejoran en cinco décimas el impulso de la economía española, frente al crecimiento anual del 2,2% previsto en la pasada edición de este informe.
Tal y como refleja el análisis, la economía española terminará el ejercicio con un mejor comportamiento que algunas de las economías más importantes de la Eurozona, como por ejemplo Francia, para la que prevé un crecimiento del 1,1%, o Alemania, que solo verá aumentar su PIB un 0,3%.
Esta fortaleza de la economía española está apoyada en el sector exterior, concretamente del sector turístico, que sigue siendo el principal impulsor del crecimiento del PIB. Además, según el Banco de España, todos los sectores productivos, salvo agricultura y pesca, y las actividades inmobiliarias, están registrando tasas de crecimiento positivas.
Así, Coface estima que en 2025 España crezca un 2,1%, siendo, de nuevo, de las economías más fuertes de la eurozona, aunque el repunte será inferior al de 2024 por un menor dinamismo de la actividad.
En cuanto a la economía mundial, Coface ha aumentado en una décima su previsión para el cierre de 2024, hasta el 2,6%, el mismo porcentaje que prevé para el próximo año.
Tal y como indica el análisis, el ámbito macroeconómico mundial presenta un panorama desigual: mientras que la economía estadounidense parece abocada a un aterrizaje suave, la zona euro sigue enfrentándose a grandes incertidumbres, especialmente en el sector industrial, y China lucha por mantener su crecimiento.
Tras un prometedor comienzo de 2024, el sector industrial de la eurozona ha vuelto a caer, a lo que se suman unas perspectivas poco dinámicas, según muestra el descenso del índice de confianza de los directores de compras. Alemania, primer motor industrial europeo, sigue especialmente afectada, con una producción manufacturera un 12% inferior al nivel prepandemia. El sector servicios, que había liderado la recuperación, también se ralentiza, y el consumo de los hogares sigue frenado por la persistencia de un elevado nivel de ahorro y bajos niveles de confianza en un contexto de incertidumbre política.
En Estados Unidos, el escenario de aterrizaje suave parece confirmarse. La economía estadounidense sigue mostrando su resistencia, como demuestra el repunte observado en el segundo trimestre (+3% anualizado), con una fuerte demanda interna, aunque el mercado laboral se ralentice progresivamente.
El tercer trimestre de 2024 trajo buenas noticias en el frente de la desinflación, tanto en Estados Unidos como en Europa, de nuevo gracias a la bajada de los precios de las materias primas, productos petrolíferos en particular. Sin embargo, en la zona euro, las empresas siguen sufriendo un fuerte aumento de los costes laborales unitarios (+4,2% interanual), que está reduciendo sus márgenes. Tras alcanzar su máximo en el primer semestre de 2023 en todos los países de la eurozona, la tasa de margen ha caído casi 2 puntos porcentuales en Alemania y los Países Bajos, y el doble en España e Italia, dejando a las empresas en una situación vulnerable, como demuestra el aumento de las insolvencias en los últimos meses.
Las primeras bajadas de tipos de la Fed y el BCE en 2024 marcan el inicio de la esperada relajación monetaria. Mientras que la política monetaria será más acomodaticia (o menos restrictiva) el próximo año, unas políticas fiscales más restrictivas tendrán un efecto adverso sobre el crecimiento en la gran mayoría de los países, especialmente en la zona euro. En julio de 2024, la Comisión Europea abrió un procedimiento por déficit excesivo contra siete países, entre ellos Francia.
Con Kamala Harris y Donald Trump a la cabeza de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la elección de un programa u otro tendrá repercusiones mucho más allá de las fronteras estadounidenses. En el plano interno, Harris aboga por una regulación de los precios y una reducción del coste de la vivienda, mientras que Trump propone una bajada masiva de impuestos y un impulso a la producción energética (hidrocarburos). En el plano internacional, Harris se muestra como una garantía de continuidad frente a un Trump más imprevisible y, en algunos aspectos, más radical que durante su primera etapa en la Casa Blanca (2017-2021). Sea cual sea el resultado, estas elecciones tendrán un gran impacto en la economía mundial durante los próximos años.
A pesar de las medidas de apoyo anunciadas, la economía china sigue ralentizándose, lastrada por un mercado inmobiliario en crisis y la atonía de la demanda interna.
Sin embargo, la contribución de las economías emergentes al crecimiento mundial se mantendrá sin cambios en 2025, gracias, sobre todo, a la aceleración de los Estados del Golfo y de América del Sur. Y ello, a pesar de que preven un crecimiento menos dinámico en Brasil tras dos años de crecimiento en torno al 3%. Más allá de los factores internos, muchos países de la región son los grandes ganadores de la actual reorganización del comercio mundial, convirtiéndose en relevos estratégicos que captan cuota de mercado en las cadenas de suministro chino-americanas.