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El sector manufacturero de España continuó expandiéndose a un ritmo decente en marzo. No obstante, la inestabilidad e incertidumbre causadas por la guerra en Ucrania sirvieron para exacerbar las presiones inflacionistas y las tensiones en las cadenas de suministro, ya de por sí arraigadas, hechos que conllevaron a una caída de las carteras de pedidos por primera vez en catorce meses y a un nuevo aumento en las presiones de los costes. La confianza en el futuro se situó en su nivel más bajo desde mayo de 2020.
El Índice PMI del Sector Manufacturero Español de S&P Global, un indicador compuesto de una sola cifra diseñado para proporcionar una indicación del comportamiento del sector manufacturero, cayó del nivel 56,9 registrado en abril a 54,2 en marzo, su lectura más baja en más de un año.
Debido a su construcción, el índice PMI enmascaró en cierta medida importantes novedades a corto plazo dentro del sector. Las carteras de nuevos pedidos cayeron por primera vez desde enero de 2021, mientras que el crecimiento de la producción se desplomó notablemente, alcanzando su nivel más bajo en los últimos catorce meses. Los nuevos pedidos para exportaciones cayeron al ritmo más fuerte desde mayo de 2020.
Las causas subyacentes de estos cambios en la producción y la cartera de nuevos pedidos fueron nuevamente los desafíos en las cadenas de suministro y el aumento de la inflación, los cuales han caracterizado el comportamiento del sector en los últimos meses. Sin embargo, el estallido de la guerra en Ucrania a fines de febrero ha exacerbado estos problemas, poniendo aún más presión en las cadenas de suministro y aumentando las presiones inflacionistas. De hecho, la incertidumbre y la inestabilidad en general provocadas por el conflicto militar en Europa conllevaron a un mayor grado de cautela entre las empresas y sus clientes.
Este factor se manifestó en una contracción de la demanda y una pérdida de confianza, y la reducción del optimismo fue subrayada por una caída sin precedentes en el subíndice que mide las expectativas del sector manufacturero. Las empresas señalaron que se están preparando para el período desafiante que se avecina.
Estas inquietudes también se observaron en la actividad de contratación de personal. Si bien el crecimiento del empleo fue sostenido, solo fue modesto y se produjo al ritmo más débil en trece meses de expansión.
A pesar de la caída de los nuevos pedidos, las cargas de trabajo subyacentes siguieron siendo suficientes para apoyar la producción y el empleo en el mes. Los pedidos pendientes de realización volvieron a ser mayores, aunque, en consonancia con las tendencias de otros índices, el ritmo de crecimiento fue solo marginal.
Los desafíos de las cadenas de suministro y los persistentes retrasos en la entrega de productos comprados se mencionaron nuevamente como un factor que condujo a unas mayores cargas de trabajo. En general, los plazos medios de entrega se deterioraron al segundo ritmo más pronunciado en la historia del estudio. Las empresas informaron que la huelga de transportistas se sumó a las dificultades en las entregas, tanto de insumos como de productos terminados que se reparten de los almacenes. De hecho, debido al nivel inesperadamente bajo de ventas en marzo, los stocks de productos terminados aumentaron ligeramente por segunda vez en los últimos tres meses.
Por último, las presiones de los costes se mantuvieron fuertes. Debido a la escasez generalizada de productos, además de nuevas menciones de precios más altos de la energía, los precios medios de los insumos subieron a la tasa más pronunciada desde noviembre del año pasado. Las empresas tampoco tuvieron otra opción que aumentar sustancialmente sus tarifas: los últimos datos indicaron otro incremento casi récord en marzo.
Paul Smith, Economics Director de S&P Global señala: “Como era de esperar, dada la incertidumbre e inestabilidad causadas por la guerra en Ucrania, el sector manufacturero español se expandió a un ritmo más lento en marzo. Los flujos de nuevos pedidos se contrajeron, mientras que la producción aumentó a un ritmo mucho más lento. De hecho, la producción siguió viéndose obstaculizada por los graves retrasos en las entregas, lo que refleja no solo los desafíos en las cadenas de suministro mundiales, sino también la huelga del transporte nacional a medida que aumentaban las protestas en España por el alto precio del combustible. Inevitablemente, las presiones de los precios se han intensificado nuevamente y al combinarse con la situación de la guerra en Ucrania, han hecho que la confianza de las empresas caiga drásticamente a niveles observados por última vez durante el punto álgido de la pandemia en 2020”.