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Los precios del acero laminado en caliente en Europa han aumentado un 40% desde que Rusia invadió Ucrania. Esto unido a las constantes subidas del precio de la energía y al incremento de un 40% de los costes de envío, que afecta a las exportaciones, han puesto en una difícil situación a la industria metalúrgica española y a todas las industrias que usan los metales para transformarlos.
Pierre Lemarquier, director de Operaciones de Pouey International, explica: “La paralización parcial de la industria siderúrgica y metalúrgica española tiene unos efectos devastadores en el resto de sectores que dependen de los metales para comercializar sus productos”. Sectores como la automoción, la energía, la construcción, los transportes, los electrodomésticos o la agroindustria son muy dependientes del acero al ser un componente esencial en la fabricación de sus productos.
Según un estudio de Pouey International en base a un universo de 310 mil empresas europeas que trabajan o dependen del metal (industrias extractivas, manufactureras, comercio), es el sur de Europa (España e Italia) la región que se podría ver más afectada por la crisis, debido a las características de sus empresas, más pequeñas y más expuestas a las fuertes subidas de precios.
Así, la media de ingresos de las empresas españolas del metal es actualmente de 4 millones de euros frente a los 37,1 millones de euros de las compañías alemanas o 23,1 millones de euros de las francesas. Solo las empresas metalúrgicas italianas facturan menos que las españolas, con una media de 1,9 millones de euros. Eso sí teniendo en cuenta que son mucho más numerosas en Italia que en cualquier país europeo. Por otra parte, las ganancias (beneficios netos) de las empresas metalúrgicas españolas son las más bajas, con un promedio de 111.000 euros frente a los 151.000 euros de Italia, 285.000 euros de Francia o los 2,2 millones de euros de las compañías alemanas.
Otro dato relevante de este estudio de Pouey es que las empresas metalúrgicas españolas tienen que esperar un promedio de 102 días para recibir los pagos de sus clientes, en línea con la media europea de 103 días, y mejor que en Italia donde el retraso en los pagos alcanza los 132 días, pero inferior a Francia, donde solo esperan 78 días. En relación con el pago de estas empresas a sus proveedores, Italia sigue siendo la peor parada ya que el plazo promedio se sitúa en los 88 días, frente a los 53 días de España y 49 de Francia, estableciéndose la media en 66 días.
Según datos de IHS Markit, la actividad del sector manufacturero español está estancada por los efectos de la guerra de Ucrania con un índice PMI de 53,3 puntos, cercano a las cifras que indican contracción.