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El informe “Claves de sostenibilidad para acelerar el proceso de rehabilitación de viviendas en España” del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos (CSCAE), recientemente presentado, diagnostica y propone medidas concretas para la renovación de las viviendas en nuestro país.
El objetivo de conseguir que nuestras viviendas, barrios y pueblos sean más resilientes, seguros, inclusivos y sostenibles es un reto colectivo, marcado como objetivo prioritario en la Agenda 2030 de Naciones Unidas, según señala en la presentación del informe Marta Vall-llossera, presidenta del CSCAE.
En nuestro país, hablar de rehabilitación implica intervenir de forma profunda y generalizada en un parque edificado de 25,7 millones de viviendas, de las cuales más de diez millones precisan de una actuación decidida en términos de eficiencia energética, entre otros objetivos.
Los fondos europeos Next Generation constituyen una oportunidad única para impulsar una cultura de la rehabilitación en nuestro país. Su aprovechamiento nos permitiría pasar de las 30.000 rehabilitaciones al año que se llevan a cabo actualmente, a las 350.000 que serían necesarias para alcanzar la necesaria neutralidad climática en 2050. Esto, además, creando miles de puestos de trabajo de calidad y a largo plazo en un sector de la edificación renovado, más moderno, innovador y sostenible.
El diagnóstico que hace el CSCAE parte de la base de que España cuenta con el parque inmobiliario más envejecido de Europa, ya que un 80% de las edificaciones tienen más de 20 años. Además, nuestra tasa de rehabilitación de vivienda, el 0,08%, está muy lejos del promedio de países como Francia (2,01%), Alemania (1,49%) o Italia (0,77%).
El informe recoge las políticas, metas y objetivos de los instrumentos EDS 2030, PRTR, PNIEC, AUE y el Plan Estatal de Vivienda, con que se pretende encaminar a España a rehabilitar 350.000 viviendas al año en 2050. Es decir, incrementar la tasa anual hasta el 3,5%.
Se trata de una meta que establece como imperativo aumentar la velocidad de rehabilitación de las viviendas, para que estas no continúen envejeciendo y se puedan adaptar a las nuevas necesidades de vida. En este contexto, aparte de otros requerimientos bioclimáticos y tecnológicos, hay que tener en cuenta los cambios en los hábitos de vida registrados después de la crisis de la COVID-19. Estos incluyen nuevos usos de las viviendas (teletrabajo, escuela virtual, etc.).