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TÜV Rheinland explica los retos que toda compañía debe seguir en su estrategia adaptando el entorno digital y las nuevas herramientas tecnológicas para conseguir satisfacer e involucrar al cliente. Desde 1990 se celebra el ‘Día Mundial de la Calidad’, una fecha que la ONU promulgó con el objetivo de aumentar la conciencia mundial de la importante contribución de crecimiento, prosperidad y sostenibilidad que confiere la calidad en una organización.
El concepto de calidad ha cambiado a lo largo de estos años, al igual que la sociedad. La introducción de nuevas herramientas tecnológicas, como el Big Data, la Inteligencia Artificial o el BlockChain, ha moldeado un escenario en el que ya no vale con escuchar lo que pide el mercado y limitarse a conseguir la satisfacción del cliente. Ahora los consumidores disponen de más información que nunca y, sobre todo, están más involucrados en los desarrollos productivos de las organizaciones.
Además, la conectividad, el tratamiento y el análisis de datos, propios de esta era de calidad 4.0, están potenciando los procesos de fabricación tradicionales. Así, gracias a la digitalización se puede realizar cualquier tipo de pruebas de calidad en un momento determinado de su producción, reduciendo al mínimo el riesgo de elaborar materiales no conformes o fallidos.
Cada compañía, en su proceso de transformación continua para ajustarse a las nuevas capacidades, debe adecuar su estructura para obtener el máximo beneficio de las ventajas que ofrece el entorno digital, donde se priorice la seguridad y en el que se garantice la adaptación del personal humano y el cumplimiento de los principios éticos esenciales.
Para perfeccionar la gestión empresarial y la calidad de los productos se puede recurrir a normas estandarizadas. Actualmente, el modelo que establece los requisitos para la implantación de un sistema de gestión de la calidad es la ISO 9001, que permite a las compañías –desde nueva creación hasta corporaciones globales– demostrar su capacidad para cumplir con las necesidades de sus clientes, asegurar el buen funcionamiento y la consecución de la excelencia empresarial.
Entidades independientes, como TÜV Rheinland, son las encargadas de evaluar y certificar el sistema de gestión de la calidad siguiendo los requisitos individuales de la firma.
Las normas de la serie ISO 9001 poseen la característica de ser ‘no prescriptivas’, por lo que se pueden emplear cualquier práctica o herramienta que se considere adecuada para el tipo de producto, servicio o clientes al que se sirve, ya que no pretende imponer metodologías, sino asegurar que el énfasis se dé en el cumplimiento de los requisitos obligatorios mencionados en la norma.
La nueva versión de la norma proporciona un marco de requisitos estable para los siguientes 10 años; aborda los cambios recientes en la práctica de la gestión de la calidad y la tecnología en un entorno de trabajo cada vez más complejo y dinámico; es al mismo tiempo lo suficientemente genérica y relevante para todo tipo y tamaño de organización, independientemente de su sector; mantiene el enfoque a una gestión eficaz del proceso; simplifica su implementación dentro de las organizaciones y su evaluación de conformidad; facilita la redacción para asegurar una comprensión idéntica y una interpretación coherente de los requisitos; por último, aplica una estructura uniforme, con textos y definiciones básicas, para asegurar la compatibilidad estructural con otras normas de gestión como la ISO 14001, enfocada a la gestión medioambiental, o la ISO 50001, para la gestión de energía.
De hecho, todas las normas relacionadas con sistemas de gestión siguen una estructura idéntica denominada estructura de alto nivel, garantizando una plena integración entre las mismas.
Según Juan Fernández Gajate, responsable del área de Competencia Técnica Certificación de Sistemas de TÜV Rheinland, “el recorrido de las normas de gestión de la calidad está aún en plena evolución y se platean retos en el futuro pendientes de ser resueltos”.
En ese sentido, “el empleo de las nuevas tecnologías, la globalización y los cambiantes entornos productivos derivados del concepto del Industria 4.0 o, lo que es lo mismo, la cuarta revolución industrial, plantean cambios relevantes en los sistemas de gestión de la calidad a que los tendremos que adaptarnos en un tiempo mucho más corto del que cabría esperar. Y es que parece que el futuro se ha acelerado y que por fin ya está aquí”.