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En los últimos años, el concepto de domótica ha ido cambiando y evolucionando gracias a nuevas innovaciones y tecnologías, así como aplicaciones y soluciones. Es por ello que creemos que el smart homes se adapta más y mejor a nuestros días y este nuevo paradigma del hogar conectado.
Y es que, aunque a menudo se usan como sinónimos, en realidad no es exactamente lo mismo. Entendemos por domótica todo el conjunto de sistemas y tecnología que son capaces de automatizar nuestra vivienda (la motorización de persianas o la programación de la climatización, por ejemplo), mientras que el smart home funciona a través del IoT (Internet of Things).
Cada vez son más los dispositivos que dentro de nuestra casa se conectan a Internet: televisores, electrodomésticos, la iluminación… Y el reto es, precisamente, hacer que todos estos dispositivos se interconecten y ofrezcan cierto grado de control por un usuario que no tiene que ser particularmente técnico.
Todo ello converge en un mismo objetivo: actualizar la tecnología existente en nuestros hogares para sentirnos más cómodos, reducir el consumo de electricidad y energía en el hogar y mejorar nuestro confort.
Uno de los principales pilares de los smart homes consiste en automatizar los espacios para optimizar el uso energético de sus dispositivos, de tal manera que la climatización, la iluminación o el uso de electrodomésticos esté bien gestionado y no consuma más de la cuenta.
Por ejemplo, la gestión de persianas motorizadas juega un papel fundamental en nuestro día a día a la hora del aprovechamiento máximo de la luz natural: luz y calor en invierno, y lo contrario en verano para una mejor climatización.
Además, al incorporar nuevas tecnologías que puedan disparar nuestro consumo como el uso de cargadores para vehículos eléctricos, nuestra vivienda inteligente debe de ser capaz de gestionar estas nuevas cargas y ofrecer estrategias de compensación energética mediante el uso de fuentes fotovoltaicas o similares.
Sin embargo, quizá la herramienta más útil para optimizar el consumo sea la concienciación de los habitantes de la casa y no dejarlo todo en manos de la tecnología. Cada dispositivo conectado enviará información a los usuarios de su uso y consumo eléctrico, lo cual permite realizar acciones correctivas tanto en su uso como en su automatización.
La domótica se está implementando en el 60% de hogares de nueva construcción y en el 40% de hogares ya existentes en España. Sin duda, se trata de una tendencia que va ligada a la rápida adopción de las nuevas tecnologías y soluciones por parte de una sociedad que ha crecido con teléfonos inteligentes y acceso a Internet.
Es relativamente sencillo comprar algunas bombillas inteligentes e instalarlas en cualquier hogar de forma rápida y fácil, convirtiéndose este en el primer paso hacia un smart home. El usuario empieza a descubrir las ventajas y a querer añadir más dispositivos conectados en su vivienda. Asimismo, en su futura vivienda (nueva o reformada) tendrá en cuenta esos beneficios y apostará por extenderlos a más partes de su hogar.
Es importantísimo aquí el papel de los profesionales del sector, quienes debemos dar una respuesta a esta demanda presente y futura con dispositivos accesibles, sencillos y fáciles de utilizar para todos: desde el instalador al usuario final. Y es que la facilidad de uso es uno de retos más importantes para el mercado.
El consumidor busca simplicidad, tanto en la instalación del producto como en la usabilidad, lo cual facilita a su vez la vida del instalador, que a su vez necesita adoptar estas tecnologías para diferenciarse y ofrecer este tipo de instalaciones a sus clientes.