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Desde casa, en el autobús, haciendo cola en un concierto o mientras cenamos, cualquier compra es posible desde un espacio en el que dispongamos de una herramienta electrónica. La venta online ha experimentado una crecida importante pero todavía un porcentaje mayor prefiere desplazarse a los establecimientos, destinos que se han sabido adaptar a sus necesidades también con nuevas herramientas. Desde Moinsa, empresa especializada en equipamiento comercial y técnico, iluminación e intralogística, explican las claves de por qué todavía el usuario prefiere la compra directa a la online, y la importancia de que ambas se complementen para aumentar las ventas.
El acceso a Internet hoy en día facilita las acciones de compra de cualquier producto de manera virtual. Cada usuario tiene unos gustos a los que las empresas tienen que adaptarse para destacar y tener éxito. Pero también las tiendas físicas tienen que seguir modas y ajustarse a las nuevas demandas exigidas por los usuarios fijos y por los más ocasionales para que se hagan más frecuentes. Las pantallas táctiles, los sorteos por encuestas de satisfacción, las muestras gratuitas o las tarjetas de descuentos son algunas propuestas de los espacios comerciales para fidelizar cada vez a más consumidores.
Ambas opciones, online y offline, son posibles en un mundo y en un momento tan digitalizado y accesible. Pero, a pesar de la alta tendencia de compra online, el 45% de los españoles sigue acudiendo a la tienda física, al menos, una vez a la semana, según el informe Total Retail 2017, elaborado por PwC.
Desde el departamento de marketing de MOINSA, María José Domínguez enumera algunas de las razones de esta tendencia que todavía se impone. Para Domínguez, “las tiendas físicas tienen y tendrán siempre algunas ventajas de cara al consumidor final, ya que el pedido sale de la tienda de la mano del cliente sin necesidad de esperas de pedidos o ausencias en el hogar en el momento de la llegada. Además, los puntos físicos ofrecen mayor seguridad y velocidad en las devoluciones, se puede ver y probar el producto, se ofrecen muestras gratuitas y se puede conseguir una experiencia, la experiencia de ir de compras. Pero para que esto ocurra hay que saber adaptarse a los nuevos tiempos y contar con la parte online como una pata necesaria para consultar, ofrecer ventajas, reservas de productos... De la mano se puede conseguir el objetivo de aumentar ventas y fidelizar de una manera más fácil”.
Hasta el 51% de los consumidores españoles compran a través del PC, al menos, una vez al mes, según el mismo estudio pero, según Google, cada segundo que un e-commerce tarda en cargar se traduce en un 20% menos en ventas, “al contrario de lo que pasa en las tiendas físicas, ya que allí, cada minuto que se consigue retener a un cliente, aumenta el ticket medio por la propia experiencia de compra que sugiere estar in situ y rodeado de productos”, sostiene Domínguez.
La omnicanalidad está servida para que nuestra experiencia esté cada vez más personalizada, por ejemplo, con el correo electrónico o la geolocalización en el móvil. Todo ello añade una pieza clave y es la segmentación para tener más alcance y llegar de una manera más directa porque, según María José Domínguez, “se trata de saber llevar los productos a donde se encuentran los consumidores, acercándose y adaptándose a sus preferencias y configurando perfiles personales, en definitiva, guiando”.
Para conseguir este objetivo, una de las mejores estrategias de organización y de comunicación hacia los usuarios es una solución logística que permita presentar un espacio accesible y con cualquier dato disponible para facilitar la compra. Estos datos han de ser idénticos en formato y contenido en todos los canales utilizados ya que, de esta manera, se acentúa la memorización y la conexión con la marca.
Las tiendas son una herramienta sobre la que trabajar la primera impresión que se lleva un consumidor. La comodidad, la temperatura y el mobiliario son puntos que hay que saber cuidar por dos objetivos principales; para que refleje el estilo o el mensaje de la marca y para que se convierta en una invitación de bienvenida y larga estancia, forjando un buen recuerdo para volver. En este sentido, el diseño es muy importante porque tiene que facilitar la presentación del producto y ser eficiente en cuanto a espacio y cantidad, así como la colocación estratégica de los artículos con un mobiliario adecuado, original y planteado para interesar al público.
Precisamente es aquí donde interviene MOINSA, para que “la tarjeta de presentación de los establecimientos físicos sea un contacto directo de calidad y efectividad”, afirma Domínguez. “Si un cliente se dirige a una tienda a por un producto, en la mayoría de las ocasiones, significa que, anteriormente, lo ha evaluado en diferentes plataformas. El cliente está decidido gracias a las recomendaciones que ha recibido, adaptadas a sus gustos, pero también a una acogedora y fácil estancia durante la adquisición”, concluye.